Era una pelusa juguetona con orejas puntiagudas cuando la recogí de la calle. Creció cariñosa, traviesilla, comilona... y como suele suceder, con el tiempo se hizo dueña de la casa; nos permitía convivir con ella en un acto de magnanimidad sin límites. Cada ser humano tenía una función específica para ella; unos servimos para darle de comer y cambiarle la arena, otros se dedicaban a peinarla en exclusiva, una persona y sólo esa persona se tenía que encargar de cambiarle el agua, otros tenían el privilegio de poder jugar y darle mimos cuando a ella le apetecía...
Han pasado ya ocho años desde que llegó a esta casa la pitufa, y al margen de determinados incidentes, como su gusto por el estilo minimalista y zen (con la consecuente ruptura de figuritas de porcelana para conseguir los efectos deseados en cuanto a decoración), siempre ha sido un cielo de gata; buena, mimosa y graciosa.
Yo pensaba que mi gata era inmortal; jamás ha estado enferma, nunca nos ha dado ni un disgusto en ese sentido. Y este fin de semana me la encontré apática, no salía de su cunita. La llevé el lunes al vete, y la solución pasaba por cirugía.
Esta tarde la operaban y la verdad, esta mañana al irme de casa me daba mucha penita dejarla...
Afortunadamente, nos acaban de llamar para decirnos que todo ha ido bien y que la pequeña princesita evoluciona favorablemente. Mañana la recupero de la UVI gatuna, esta noche se me hará rarísimo dormir sin ella... y que me despierte constantemente también (tiene por costumbre pedir permiso con la patita antes de subir a la cama para ronronear acurrucada en mi costado).
Ahora soy yo quien extraño su recibimiento al llegar a casa, sus conferencias gatunas, sus réplicas felinas - tiene que tener siempre la última palabra, supongo que la dueña le ha enseñado bien, ejem... - y su calorcito. Me convertí en un animalito de costumbres, también.
Afortunadamente, nos acaban de llamar para decirnos que todo ha ido bien y que la pequeña princesita evoluciona favorablemente. Mañana la recupero de la UVI gatuna, esta noche se me hará rarísimo dormir sin ella... y que me despierte constantemente también (tiene por costumbre pedir permiso con la patita antes de subir a la cama para ronronear acurrucada en mi costado).
Ahora soy yo quien extraño su recibimiento al llegar a casa, sus conferencias gatunas, sus réplicas felinas - tiene que tener siempre la última palabra, supongo que la dueña le ha enseñado bien, ejem... - y su calorcito. Me convertí en un animalito de costumbres, también.
PS: no he incluido una foto de la tigresa en cuestión para preservar su intimidad y cumplir con la ley del menor, (al fin y al cabo, tiene 8 años). La imagen del gato de esta entrada se exhibe bajo su consentimiento felino, se parece bastante a mi gatita en sus años jóvenes, (aunque la mía era/ es más guapa) y proviene de la web freaking news
6 comentarios:
......que bueno que todo salió bien! me alegro por vos..pero más por ella..
un abrazote
Me alegro un montón.Hoy he dejado al salvaje de mi perro en casa malito,y me ha entrado de tó.
Que se quieren a estos bichos peludos!!!
Hay un dicho hindú que dice que Brahma creó al gato para que el hombre tuviera el placer de acariciar al tigre.
Salu2
Aun podrás disfrutarla otro tanto, si hay suerte.
Bueno, me alegro mucho que haya salido todo bien! cuentanos que tal ha ido la vuelta a casa de tu pequeña!!!
muy chula la canción que has puesto para acompañar!!!
Saludos!
Miau (saludo gatuno al peque y a la dueña)
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