Valientes y valiosos

3.8.12

Calle de las tiendas oscuras



Fui hasta la ventana y me quedé mirando, más abajo, los raíles del funicular de Montmartre, los jardines del Sacré-Coeur y , más allá , París entero , con sus luces , sus tejados y sus sombras . En aquel dédalo de calles y de bulevares nos habíamos encontrado un día (. . . ) . Itinerarios que se cruzan , entre todos cuantos recorren por París miles y miles de personas , igual que miles y miles de bolitas de un gigantesco billar eléctrico que , a veces , tropiezan entre sí. Y de todo eso no quedaba nada , ni tan siquiera el rastro luminoso que deja el paso de una luciérnaga .

Patrick Modiano

2 comentarios:

mariajesusparadela dijo...

De las luciérnagas, al día siguiente, no queda nada.

Atlántida dijo...

Esas cosas me dan penita, el como desaparecen las cosas intensas de buenas a primeras un día, pero bueno siempre quedará Paris, ciudad maravillosa que siempre inspira historias y parece que le hace vivir a uno el amor con más intensidad.