Valientes y valiosos

24.11.09

Bocanadas de Lisboa

Voy con cara de velocidad porque - como siempre, por otro lado- lo he dejado todo para luego, y voy a llegar tarde. Tenía ya el equipaje hecho, pero me faltaba el recipiente, me he comprado la mochila en Coronel Tapioca esta misma mañana, y tengo que estar en el aeropuerto antes de las 13.30h. Arramplo por las escaleras mecánicas del metro de Madrid, que dicen que vuela, y en mi campo de visión aparece una especie de tarjeta, la cojo sin pensar. Pone:

Profesor Mamadu
Astrólogo, Gran Medium Vidente
Soluciono problemas
Amor, protección, negocios, impotencia sexual.
Resultados en una semana.
Ya empezamos. Bien, si es profesor entiendo que tenga experiencia en solucionar problemas, sobre todo si son de matemáticas. Cogemos el avión sin inconvenientes, y la parte que me encanta; salimos a las dos y llegamos a las dos y cuarto. Parece que sólo hemos estado en el avión un cuarto de hora, pero se trata de un truco del almendruco entre la hora zulú y los meridianos traicioneros.

La primera impresión que me llevo de Lisboa es una vaharada de aire rancio y húmedo; se encarga de recordarme que estamos frente a la desembocadura del Tajo. El transporte desde el aeropuerto a la ciudad está muy bien organizado, optamos por un aerobus que te recoge justito desde la terminal de llegadas y te acerca al centro. Avanzamos, al principio entre casitas con jardín, después pasamos la plaza de toros de Campo Pequeño, y en breve nos encontramos en las calles con edificios al estilo art decó, y algunas que parecen del siglo XIX. Hemos encontrado la zona hotelera por excelencia, donde está ubicado nuestro hotel, justo enfrente del Sheraton. La bienvenida que nos ofrecen es educada y servicial, y una vez hemos dejado las maletas y hemos curioseado por la habitación - a ver si hay, a ver qué hay - nos lanzamos a la calle.

Llevamos aprehendidos algunos conceptos, sabemos que nos vendrá bien una tarjeta recargable para viajar por todos los medios de transporte público por 3.70E diarios. Encontramos que el empleado de metro avisa muy ufano de su situación:


Este tipo de detalles me hacen mucha gracia, me recuerda a Berlín, cuando elegimos el lenguaje español y  la máquina expendedora nos indicó que despreciáramos el ticket antes de validarlo; había que mirar con desdén y escupir al billete para poderlo utilizar. En fin. Continuamos nuestro paseo explorador, con mucha suerte; cerca de la Praça Rotunda, Lisboa hospitalaria, nos regalaba una casa por Navidad.


Aunque existe una hora de diferencia con la península, comen muy pronto, y pudimos comprobar que todos los restaurantes estaban cerrados a las tres y media de la tarde. Al parecer,  chapan las cocinas sobre las 14.30h  y no reabren hasta la cena. Nosotros veníamos famélicos tras un viaje sin haber probado bocado, así que nos lanzamos a la primera tasca que encontramos abierta en el centro, y nos pusimos las botas degustando todas las fritangas derivables de la cocina portuguesa.

Más tarde, con los carrillos más apaciguados, (aunque; sosteniendo  en la mano derecha un muffin de chocolate) disfruté de un paseo nocturno por la zona más céntrica lisboeta/lisbonense.




Una vez subido el elevador de Santa Justa, las vistas son espléndidas. Durante el día se puede divisar el castillo de San Jorge, por la noche llama mucho más la atención la plaza del Rossío, conocida oficialmente como la plaza de Pedro IV, en la Baixa, sobre todo ahora con la iluminación navideña.



El paseo vespertino nos llevó por la vía Augusta hasta la plaza del Comercio, que resultó estar en obras. Seguimos un poquito la ribera del Tajo, nos topamos con la iniciativa verde de los árboles móviles, unas pequeñas isletas de plástico que sirven de banco para transeúntes y de colosal maceta para los esquejes de pequeños arbolitos hasta que - supongo - son transplantados.
Tras un intento fallido en el que callejeamos un poco más hasta la casa dos Bicos, llegamos hasta la catedral, o la Sé, sin guía ni nada, y como ya habíamos pateado bastante por una tarde, regresamos al hotel en un metro eficaz y limpio.

Al día siguiente nos pusimos en pie enseguida, ¡había mucho que recorrer!. Descubrí que el café es más infame en Lisboa que en Berlín, y ya es decir, o a lo mejor es que ya no me acuerdo de los enjuagues alemanes - las cosas malas pronto se olvidan. Aunque sí que me acuerdo de una alemana que nos atendía con incomprensión en sus ojos mientras le pedíamos coffee strong-no-te-cortes. Sí, amigos, así de malo es. Y no hallé el socorrido  Starbucks hasta el tercer día. Tres días sin café hicieron de mí un ser irreconocible hasta para mí misma. Afortunadamente para mi acompañante, existe la globalización, y - aunque fue casi al final -  hallé café bebible.

Tras desayunar zumo antinatural, y un brebaje inefable (no en vano lo llaman pingo), trotamos por las aceras cuarteadas que asemejan ser mosaico, dispuestos a ver lo que Lisboa nos ofrecía. Al salir en la salida de Restauradores, un chico me entrega un papelito en el que se lee:

Professor Mamadu
Astrólogo - Grande Medium - Vidente
Especialista de todos os trabalhos ocultos. Resultados rápidos e garantidos.
Dotado de Dom Herditário. Ele resolve todos os problemas mesmo os casos mais desesperados; amor, negócios, casamento, impotencia sexual, insucessos, depressao, doenças espirituais, sorte ao jogo... 
Grande vidente es, desde luego, porque abarca desde Madrid a Lisboa. Empiezo a creer en sus súperpoderes; al menos, parece tener el don de la ubicuidad.
Caminando tranquilamente, fuimos descubriendo Lisboa, una ciudad con cierto aire bohemio y decadente, en la que convive lo moderno con lo antiguo. Las fachadas no están muy bien cuidadas, pero ojo, porque en todas partes es visible un lema que Gallardón lamenta no haber inventado:


Incluso en los cementerios mejora Lisboa

Vista desde las proximidades del mirador de Santa Luzía

Hacia el Castelo de Sao Jorge

(me) La Sé - Catedral -


Convento do Carmo.
En su interior se exponen las momias de dos niños
perfectamente conservadas en una postura inquietante.
Espero que les hayan colocado así cuando ya eran cadáveres.



Basílica da Estrela


Parlamento

Rúa Augusta y arco triunfal.


Nuestra estación de metro, Picoas 
de la linea amarelha


Enfrente de nuestro hotel estaba este edificio,
no es nada especial pero a mí me gustó.
 
El tercer día amaneció con un sol centelleante, así que decidimos ir hasta Belém.
Estas son las fotos del trayecto caminando hasta que cogimos el archifamoso y típico tranvía lisboeta.

Praça Don Juan IV

Elevador de Santa Justa

Los Beatles también visitaban Lisboa, 
se alojaron junto al museo de arte del centro.

Pasamos casi toda la mañana subyugados en el monasterio de los Jerónimos, aunque también pasamos al Museo Arqueológico - la mujer de la entrada pensaba que nos equivocábamos, y servicialmente nos aclaró que era un museo, no el monasterio. Una vez confirmado que queríamos pasar al museo, previo pago de 8 lauros, tuvimos acceso libre a todas las salas excepto a la del tesoro, en la que te escanean al entrar y al salir, no sea que te despistes y te lleves una ajorca.

El mayor descubrimiento del día, además del interior de los Jerónimos - qué mal vivían los monjes- fue, como ya he adelantado, encontrar un Starbucks. Tras varios litros del preciado líquido volví a mi ser. Existen fotos del antes y el después que así lo acreditan, que no publicaré porque ocupan un espacio valioso que prefiero completar con fotos más instructivas.

Interior de la iglesia

  Es impresionante
 
Claustro del monasterio de los Jerónimos 

 

Torre de Belém


Desde arriba

Puente 25 de Abril 

Vista exterior del monasterio

Ya era momento de descansar y disfrutar la noche, así que regresamos al centro cabeceando en el tranvía, y no por el traqueteo propio. En el momento cena, yo probé un plato de macarrones con limón, la verdad es que aunque fue una decisión arriesgada, no estuvo mal del todo. Aún así, el acierto culinario del día, del mes y de todo el año es, sin dudarlo, los pastelitos de nata de Belém.


El último día lo pasamos en Sintra,
después tuvimos que volver a toda prisa hacia un Madrid
que nos esperaba ya con aroma a invierno.
Pero eso es otra historia y debe ser contada en otra ocasión...

Por Supuesto: aquí va la foto del chico que me acompañaba:

Como en la película
Al final de la escalera

5 comentarios:

Nadia dijo...

Woooow! No habrás traído souvenirs pero nos has puesto al día de todo el viaje.
Por cierto, el chico es guapísimo jajajaaj, vista de lince la mía ;o)

Besos vecina y me alegro que lo hayas pasado bien ;o)

Candela dijo...

Me ha parecido caminar por Lisboa contigo, aunque yo no beba cafe.
No seas racana y pon foto del chico en condiciones!!
Excelente, excelente cronica, de verdad.

BettieMiau dijo...

Me has podido transportar hasta Lisboa con tus frases y fotos tan deliciosas como seguro lo fueron esos dias junto al chico de la escalera!!!

Dan ganas de ir ya mismo!!! Pero io, con tu permiso, de la mano de Cristiano Ronaldo que al ser portugués fijo em enseña zona de marcha jejeje!

Besitos!

Davivi dijo...

Muy buen resumen, me ha gustado mucho, sobre todo el final. Creo que conozco a ese chico!!!!! Un saludo.

borraeso dijo...

Después del paseíto, que lo he disfrutado como verdadero polizón, me queda una pregunta... Qué fue del afamado café portugués?

Besos con cafeína... no puedo perdonar el café de antes de dormir ;))