Valientes y valiosos

25.6.09

Botella a la deriva

He sido el destino en tu puerta, la aguja en el pinar, la muesca que no lograste grabar, el improperio más feroz, la caricia más suave, la tristeza más dulce, el silencio del olvido. He sido muchas cosas para tí, pero posiblemente mi cometido más importante fue el de red de seguridad, mientras jugabas a ser saltimbanqui y te precipitabas al vacío con atrevidos saltos mortales.

Te la vas a pegar, decían todos los que te querían, y tú que no, que todo era una ilusión, y que estabas de vuelta de todo, que controlabas tus piruetas intrépidas. Y además, tenías una (falsa) red de seguridad.

La experiencia te forjó insuperable, conseguiste todo lo que quisiste de la vida, pero aún así la insatisfacción y la inconformidad te desagüaban los ojos. Te creíste tan superior que decidiste que no me necesitabas más, y me doblaste a voluntad hasta que me adapté al pequeño baúl de la nostalgia, abandonado en el vasto desván de tus años atravesados.

Has seguido brincando, dando volteretas y practicando el más difícil todavía, hasta que la caída anunciada, claro, fue tremenda. Y ahora me buscas, me sigues, me desdoblas para hacerme grande y que te envuelva en mi comprensión y te arrope en mi entereza.

No te has dado cuenta de que, en estos años, yo aprendí los trucos de los magos, y cual Houdini tenaz, más difícil todavía, hop, salí hace ya lustros de aquella pequeña burbujita que me reservaste. No te he dejado sin compañía; dentro tendí frágiles corazones de papel, los puedes esparcir en el viento para que te cortejen. Para que sigas soñando con nuestros imposibles, también hilvané entre nuestras canciones mariposas que siempre aletearán, enredando emociones, para que te animen a continuar tu viaje acróbata, perseverante, empeñando corazón y vida en lo que es de veras tu destino, y no dejándote llevar por el camino fácil que te ofrece el pequeño esguince de la contrariedad.

Ni advertiste que salí entre las bambalinas como Pulgarcito, dejando un rastro de estrellas fugaces de memorias, para que cuando quisieras volver a saltar, hubieras aprendido de una vez por todas a lanzarte sin simulacros, sin red, estrellándote, por fin, contra la vida.

4 comentarios:

cristal00k dijo...

¿Hacer de trampolín por segunda vez? hasta recopilar la suficiente auto estima para decidir que nunca segundas partes fueron buenas. La historia interminable... En mi caso, que le vaya bonito... pero no gracias.
Nos merecemos otra cosa, ¡sin duda alguna!
Un abrazo grande pitufina.

Yandros dijo...

Que fuerza descriptiva, que manera de jugar con las metáforas.
En serio, escribes genial.
Y me alegro que escribir te sirva para desahogarte de cosaa como ésta. Si no supieras escribir, igual se te quedaba dentro.
Un abrazo pitufil

S. dijo...

y mi niña?
Qué preciosa entrada Pitu.Me ha llegado al corazón porque me he sentido muchas veces red de seguridad de muchos hombres hasta que me hartaba y se pegaban el castañazo.
Debería ser siempre así,saltar sin red,porque se aprecia mucho más lo que se tiene y lo que no quieres dejar escapar,porque estás expuesto a ver otro tipo de estrellas no menos hermosas pero de igual intensidad.
(ayer cuando intentaba comentar no podía porque el maldito ordenador estaba sin querer trabajar,y tuve que reiniciarlo 3 veces!a final me dio la hora y me fuí)
Preciosa entrada de verdad.

Darko Wiggin dijo...

Simplemente magnífico texto
:)