A 300,000 kms / s bajaba el fogonazo fluorescente hacia las vísceras , hasta el mismo núcleo que se había olvidado de palpitar .
Lo inundó con su luz carbonizadora , reveladora y fugaz : se descubrieron las verdades después de los años de elipsis y silencios . El por qué de un adiós que nunca entendí .
Gracias al impulso eléctrico, el corazón fue reanimado y comenzó a latir otra vez .
La esperanza y la ilusión volvieron a poblar aquellas tierras áridas .
1 comentario:
Porque aunque no queramos mirar al cielo, siempre caen rayos...
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