Te gustaban
Nada Surf y
Manic Street Preachers, rebosabas lucidez en tu cabeza y timidez en tu corazón. Te servías de un sentido del humor único, ácido graduado hacia sulfúrico. Nadie salía airoso ante tus comentarios mordientes, pero me gustaba que fueras capaz de autodestruirte en cinco segundos exponiéndote a tí mismo cuando decidías tener la deferencia de permitir que salvaran la cara aquellas personas que te caían bien. Sabías griego, latín e inglés, podías desarmar a una chica sólo con tu voz, pero te perdías intentando predecir lo que ella te diría y midiendo tus contestaciones.
Lo tenías todo para quedarte en el pódium, pero tuviste escrúpulos y fuiste noble. Cuando los vencedores cuenten la (su) historia, no se mostrarán tan piadosos como lo llegaste a ser tú.
Me fascina que lo sepas y que eso no cambie nada.
Recuerdo algunas tardes de verano inabarcables en las que sólo necesitabas mirarme para sentirte afortunado, así como la noche en la que las mejores posibilidades se descubrieron ante tí, como en una carambola de cuántica, porque decidiste lo mejor : permitir que todo siguiera su curso.
3 comentarios:
Pues que todo siga su curso, firme por siempre a sus ideas, me gusta.
Tan sencillo como parece y siempre es lo más difícil: o hay demasiada prisa, o demasiada pausa.
Cuanto me ha gustado el post de hoy!!!
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