Valientes y valiosos

7.3.13

El ratoncito Pérez



De vuelta a casa en el bus , los niños hablan de su rutina , imitan al profe que les cae mal , repiten chistes y pésimos juegos de palabras .

Ariadna se ha acomodado en el regazo de Álvaro ,  mientras se come silenciosa y tranquilamente su merienda .  Es el momento que elige su primo Carlos para mostrarle cómo se le mueve el incisivo derecho . Entramos en un terreno familiar para los más mayores , que comentan con aires de suficiencia el tema .

Claudia les explica a los demás que tenía un compañero de clase que hasta se ató el diente con una gomita al picaporte de una puerta para perderlo , pidiéndole a los demás que tiraran de la puerta .

Remata  :  " Si supieráis lo que hacía para arrancarse los dientes  ( pausa dramática ) . . .  ¡ alucináis ! " .

Los más pequeños ,  en efecto , la miran fascinados .  Ariadna ha olvidado su sándwich , ávida de información morbosa y gore . Pero Claudia no puede prodigarse en detalles porque Álvaro comenta que su padre siempre le ha tirado de los dientes : " Si le enseñaba a mi padre uno que se movía él hacía  ¡ zasca !  - y  añade , por si cupieran dudas - Me los ha quitado él todos ".

Ariadna todavía no está en esa fase ;  escucha atemorizada cuando apostillan que se sangra al perder los dientes,   y me mira interrogante .

No le puedo mentir ;  todavía recuerdo el sorprendente sabor de la sangre y el agua oxigenada mezclados . 

Veo el terror en sus ojos principiantes y me rindo .
Me parece que no me va a quedar otra que hablarle del ratoncito Pérez y llevarle a visitar su casa . . . 

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3 comentarios:

Juan Carlos dijo...

Se que hay unos libros sobre él pero no recuerdo dónde están publicados. Si encuentro alguno que debe haber por caso te lo diré.
Salu2

borraeso dijo...

Vivía Ratón Pérez en la calle del Arenal, núm. 8, en los sótanos de Carlos Prats (Famosa tienda de ultramarinos, existente en Madrid, en el lugar citado), frente por frente de una gran pila de quesos de Gruyère, que ofrecían a la familia de Pérez, próxima y abastada despensa...

Con tu entrada, Darthpi, he leido por primera vez el cuento que Luis Coloma contaba a Alfonso XIII...
La verdad es que no imaginaba yo a Pérez y familia tan... como lo cuenta el jesuíta... quizá mi muy querido Pérez era otro Pérez... aunque con las mismas buenas intenciones.

Te dejo un diente (y un beso) a cambio de tu buena historia... ;)

mariajesusparadela dijo...

Se pierde, pero se gana: es la ley de la compensación.