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Se estrella la lluvia contra la ventana, trazando líneas aleatorias en el cristal. Tarde de sofá, libro y una taza humeante cerca, la gata a mis pies ronroneando . . . Es en estos pequeños momentos en los que una se divorcia del mundo, como dice mi amiga Mathi, cuando la felicidad es sencilla ; no se le puede pedir más a una tarde de abril.
2 comentarios:
Exactamente. ¿Por qué pedir más si con eso se tiene suficiente?
Abrazo!
¡totalmente de acuerdo! mis mejores momentos han sido a solas, música o libro en la mano y siempre algo calentito que llevarse al estomago.
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