Valientes y valiosos

21.8.11

Fe vs Conocimiento


Desde el inicio de los tiempos hemos tendido a inventar fabulas o dioses para esclarecer aspectos de nuestras experiencias que escapan de nuestro raciocinio. Dioses del trueno, de la cosecha, del sol, de la tierra, del amor....

Pero a partir de Tales de Mileto (unos 2.600 años antes de Cristo), eso empezó a cambiar. Surgió la idea de que la naturaleza sigue unos principios consistentes que pueden ser explicados, y así empezó el largo proceso de reemplazar la noción del reinado de los dioses por la de un universo regido por leyes de la naturaleza, creado conforme a un plan que algún día seremos capaces de descifrar.

En las colonias griegas de Jonia, (costa mediterránea de la actual Turquía) floreció una escuela marcada por el interés en descubrir las leyes que explicaran los fenómenos naturales. Querían comprender la Naturaleza  o Physis - de ahí que a los filósofos de la escuela jonia se les denomine en ocasiones "físicos".

La formulación racional que utilizaron les condujo a conclusiones similares a las que se han obtenido en la actualidad gracias a métodos mucho más sofisticados. Con el paso de los siglos, una gran parte de la ciencia jónica fue olvidada (para ser redescubierta o reinventada mucho más tarde).

Además de Tales de Mileto, a la escuela jonia pertenecen, entre otros Pitágoras, famoso por haber formulado el teorema que lleva su nombre, Arquímedes, Anaximandro ó Demócrito, quien desarrolló la “teoría atómica del universo”. A medida que se difundió la influencia jónica, otros pueblos fueron viendo que el universo posee un orden interno, que podría llegar a ser comprendido gracias a la observación y la razón. Sin embargo, aunque la filosofía jónica ejerció una influencia poderosa, esto sólo duró unos pocos siglos.

Uno de los problemas que presentaba la visión de la escuela jonia (esto es, que la naturaleza puede ser explicada mediante leyes generales y reducida a un conjunto sencillo de principios) no dejaba lugar a la noción del libre albedrío, ni a la idea de que los dioses intervienen en los avatares del mundo.

Esto suponía una omisión inquietante, tan incómoda para los pensadores griegos como para mucha gente de la actualidad. El filósofo Epicuro (341-270 a.C), que no era un defensor de los dioses ("¿Dioses? Tal vez los haya. Ni lo afirmo ni lo niego, porque no lo sé ni tengo medios para saberlo. Pero sé, porque esto me lo enseña diariamente la vida, que si existen ni se ocupan ni se preocupan de nosotros") se opuso al atomismo basándose en que "es mejor seguir los mitos sobre los dioses que convertirse en un esclavo del destino según los filósofos de la naturaleza".

Según Aristóteles, Tales formuló por primera vez la idea de que el mundo puede ser comprendido, y de que los complejos acontecimientos que nos rodean podían ser reducidos a simples principios y ser explicados sin necesidad de recurrir a interpretaciones míticas o teológicas. Pero el mismo Aristóteles rechazó el concepto de átomo porque no podía aceptar que los humanos estuviéramos hechos de objetos inanimados y sin alma.

Aristarco fue uno de los últimos científicos jonios que tras complicados análisis geométricos sobre las observaciones que hizo acerca del tamaño de la sombra de la Tierra sobre la Luna durante un eclipse lunar, concluyó que el Sol debía ser mayor que la Tierra. Fue la primera persona que sostuvo que la Tierra no es el centro de nuestro sistema planetario. La idea jónica de que el universo no está centrado en los humanos constituyó un hito en nuestra comprensión del cosmos, pero esa idea no tuvo éxito y  no fue recuperada hasta Galileo, casi veinte siglos más tarde.

Por agudas que fueran algunas especulaciones jónicas sobre la naturaleza, la mayoría no aprobarían como ciencia válida en un examen moderno. Los griegos no habían inventado aún el método científico, por lo que sus teorías no se desarrollaban para ser verificadas experimentalmente. Un estudioso podía afirmar que un átomo se movía en línea recta hasta que chocara con otro átomo, y otro estudioso afirmar que se movían en línea recta hasta que chocara con un cíclope; no existía manera objetiva de zanjar la discusión, ya que no se probaban las teorías.

Los sucesores cristianos de los griegos se opusieron a la noción de que el universo está regido por una ley natural indiferente, y también rechazaron la idea de que los humanos no tienen un lugar privilegiado en el universo. Y aunque en el periodo medieval no hubo un tema filosófico coherente y único, un tema común fue que el Universo era la casa de muñecas de Dios y que la religión era un tema mucho más digno de estudio que los fenómenos de la naturaleza.

En efecto, en 1277 el obispo Tempier de París, siguiendo las instrucciones del papa Juan XXI, publicó una lista de los 219 errores o herejías que debían ser condenados. Entre dichas herejías, se encontraba la idea de que la naturaleza sigue leyes, porque ello entra en conflicto con la omnipotencia de Dios.
Resulta interesante saber que el papa Juan XXI falleció por los efectos de la ley de la gravedad unos meses más tarde, al caerle encima el techo de su palacio.


Basado en "El Gran Diseño"
de Stephen Hawking.


3 comentarios:

mariajesusparadela dijo...

Pero , ya comprenderá que no fué la ley de la gravedad, fue un "castigo divino"(jejeje).

Anónimo dijo...

Querida Pitufina, soy Koldo y te tenía muy abandonada mas que nada porque no tengo tiempo de ir a todos los blogs de mis amigas. Podemos hacer una cosa si te aptetece, y solo si te apetece, dame tu e-mail, mejor dicho mandame un hola y algo mas a mi correo de las amigas koldo65@hotmail.es y estaremos mas en contacto, o.k. pues nada mas cielo...saludos. KOldo.

Yandros dijo...

Espectacular resumen.
Yo creo que la diferencia fundamental reside en el "intervencionismo" de los dioses. Que digo yo que si los dioses son dioses harían los planes en condiciones y no tendrían que estas interviniendo constantemente.
En realidad yo creo que todo es un problema de responsabilidad. El ser humano no es capaz de asumir el vértigo que le produce imaginar que no hay nadie que nos cuide y que podemos actuar acorde con nuestra conciencia. Y es porque no estamos seguros de nuestra conciencia ni de nosotros mismos. Generamos un ente al que someternos para no tener la responsabilidad de decidir.
Cobardes