Siete y veinte, soy una autómata en el andén. Se me ha acabado el libro. El frío me tensa, siento nostalgia de colores tibios, saturados. Mi piel pide calorcito, es junio, protesta mi conciencia, pero no hay remedio, tengo que arrebujarme en mi chaqueta hasta que llegue el tren.
Foto desde mi Vivaz
Estoy hastiada de sofá y edredón, de cine a solas, hace tiempo que esta primavera tendría que haberse transmutado en alegría , y no en la persistente alergia. Necesito el verano, la luz, salir a patinar, notar como el agua de la piscina se evapora al sol dejando rastros de cloro en mi piel, leer mis libros en la hierba, tomar el primer helado del año, disfrutar las noches de terracitas, risas y confidencias, olvidar las nubes grises y la frialdad de estas madrugadas. Tengo un nudo de hielo en el estómago.
Llego a la oficina, y de repente me encuentro un regalo. Hace un par de fines de semana yo te comentaba que soy una pija para los bolis, porque tienen que ser de gel, reciclados, de 0.5. y sólo dos colores; lila o verde. Para hacerme la chica más feliz del mundo, te vas a Muji y me regalas un boli... Puede parecer tonto, pero ese tipo de detalles son muy importantes para mí.
Llego a la oficina, y de repente me encuentro un regalo. Hace un par de fines de semana yo te comentaba que soy una pija para los bolis, porque tienen que ser de gel, reciclados, de 0.5. y sólo dos colores; lila o verde. Para hacerme la chica más feliz del mundo, te vas a Muji y me regalas un boli... Puede parecer tonto, pero ese tipo de detalles son muy importantes para mí.
Muchas gracias, Félix, por este ramillete de tinta inesperado,
que me trae una brizna de color verde a esta rutina extinta
que me trae una brizna de color verde a esta rutina extinta
y tiñe de esperanza la perspectiva del futuro.
1 comentario:
Ya se comió el comentario: los detalles nos alegran la vida.
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