Me voy al Tiétar

Recuerdo todos los veranos de mi niñez enmarcados allí, las primeras caídas del triciclo, de la bici, de los patines... Bueno, no todo fueron caídas en suelo firme, también me dí mis panzadas en mis primeros intentos para tirarme de cabeza en la pequeña piscina, que entonces me parecía inmensa. Pese a todas estas caídas, sin embargo, mis recuerdos no pueden ser mejores.

La distancia y el tiempo me alejaron de ese pueblecito al que tanto cariño tengo, en el que aprendí a crecer. Pero ahora, tan cerca de las Navidades, no me resisto a pasar mis cinco días de vacaciones allí, en el Tiétar (justo después del puente, yo como siempre desmarcándome, librando cuando trabaja todo el mundo) . En primavera se puede ver más o menos así:

Estreno cámara de fotos nueva (cortesía de Vincent, que me regaló una digital fantabulosa, entre otras cositas, una vez más he de agradecerle: Merci beaucoup, vous êtes le meilleur du monde!)

A la vuelta os enseñaré las fotitos, quiero dejar claro que si salen mal sólo se podrá achacar a mi poca pericia y no a la Sony de 12 (12!) megapíxeles. Y si salen decentes, desde luego todo el mérito será de la cámara de Vini (Mais pour ta tranquillité, je ne t'aime pas par toi même mais par ton argent -o est-on cela à l'envers? - Je ne sais pas de français, ne sais pas ce que je dis)

Una de las novedades que me encontraré será la posada del Tiétar :

Tengo unas ganas enormes de descubrirla, me han comentado que en el  restaurante, pese a poseer sólo 7  mesas (como en las casas de los cuentos), hay unos platos formidables; en cuanto a las habitaciones, para muestra un botón:

Ya os contaré y os pondré los dientes largos.

Hasta la vuelta!