Valientes y valiosos

6.7.09

Lección dos

La vida es un puzzle cuyas piezas muchas veces no acertamos a encajar; no conseguimos ensamblar cosas que no entendemos, o lo que nos cuesta consentir. Es sólo cuando pasa el tiempo que tenemos una mejor perspectiva, y entonces, tomamos esas piezas y avanzamos en la creación de un trozo de vida, inesperadamente completo y satisfechos casi por sorpresa.

Hace ya tiempo, en otra luna diestra y con muchas indecisiones arremolinadas en la cabeza, resolví subirme a un autobús de la estación sur de Méndez Álvaro hasta Montpellier. Viajé toda la noche, llegué de madrugada para encontrarme con una chica a la que había visto dos veces literales en toda mi vida, y sin embargo esos días, que traducidos en teselas de mosaico no tenían sentido alguno, fueron imprescindibles para reconstruirme a mí misma, basándome en un molde que no era el mío, y así descubrir una versión más completa de mí. Por aquel entonces, mi autoestima era directamente proporcional al dinero que subsistía en los bolsillos, peligrosamente próximo a la inexistencia, y nunca había tenido tantos problemas en tan numerosos frentes. Sin embargo, viendo las fotos de aquella época, parece que jamás he sido más feliz; mi futuro se desplegaba repleto de agujeros de incertidumbre, y ni una sola mota de desconfianza se asoma en mis ojos.


Bien es verdad que tuve suerte, que la persona con la que me encontré en Montpellier me hizo el mayor favor que me han podido hacer en la vida; me demostró que yo podía hacer miles de cosas para las que creía que no estaba capacitada, pero sobre todo me enseñó que todo va bien si aguantas hasta que todo vaya bien, la lección más importante que he recibido en todos estos años. En aquellos días, ni siquiera sabíamos dónde acabaríamos durmiendo al día siguiente, pero nunca se agotaron los recursos, y logramos que el viaje terminara bien. De hecho, un mes más tarde nos íbamos rumbo a otra aventura (un poquito más duradera) hacia Dublín.

Cuando regresé, tardé aún un tiempo en articular todos los engranajes, me quedaban por atravesar momentos aciagos y difíciles hasta dejar atrás los hábitos autodestructivos, pero una vez pasado el tiempo de ajustes, conseguí lo más importante; estar en paz conmigo misma, rematar ese trocito que quedaba suelto, entender mejor el motivo de mis pasos y dirigirme hacia lo que yo deseaba.

Y eso perdura en ese trocito de mosaico que ilustra aquella huida, tardes vagas, noches difusas, días aparentemente infructuosos, que sin embargo enraizaron en mi espíritu y dejaron la más hermosa de las huellas, los bellos recuerdos de días de largas caminatas en la montaña, tardes en acogedoras casas campestres, noches en pueblecitos en fiestas o a la luz de una hoguera viendo deslizarse las estrellas fugaces de agosto, y saberse por fin merecedora de una serenidad que sólo se hereda tras soportar los embates del destino.

6 comentarios:

Yandros dijo...

Darth, has explicado la esencia del caos, que también tiene su parte buena. Pequeños cambios en condiciones iniciales pueden provocar grandes cambios en un sistema complejo. El ser humano es un sistema complejo, la sociedad lo es y el coger ese tren seguramente cambió tu vida sin que en ese momento lo supieras. Una vez desarrollada la ecuación, una vez que todo tiene cierto sentido, tiramos hacia atrás del hilo que nos trajo hasta aquí y somos capaces de ver donde empezó todo; en esa decisión, entonces complicada o inexplicables o quizás entonces parecía sin sentido.
Todo va encajando, lo que ocurre es que cuando estamos dentro de la ecuación es dificil ver el sistema de ecuaciones. Hasta que la x no se despeja entonces ve la solución desde el otro lado del signo=, y sólo entonces puede mirar hacia atrás y ver donde empezó todo.
Joder que lío me he hecho con las ecuaciones
Un abrazo lioso

Anónimo dijo...

A veces, cuando uno menos lo espera, las situaciones personales dan un giro inesperado, agradable en ocasiones y no tanto en otras.

Gracias por la visita, y un saludo(ya de martes)

S. dijo...

que bonitooooooooooooooooooooo

Atlántida dijo...

Es verdad la vida a veces es como un puzzle que nos da la impresión de que no encaja y lo cierto es que nos equivocamos al final cuando uno lo mira con cierta perspectiva todo forma un dibujo perfecto y aparece la respuesta a ese porqué suceden ciertas cosas.

Y en esa vida de paso te cruzas con personas que sin proponerselo te ayudan a crecer y te dan grandes lecciones de vida, de inexistente te hiciste la más existente del planeta.

Me ha parecido un relato precioso, enhorabuena.

Darko Wiggin dijo...

Dicen que distorsionamos los recuerdos según pasa el tiempo... los tuyos, iguales o no, ya no los cambies porque son de los que suenan a que valen la pena
;)

Mr Blogger dijo...

La vida nos hace aprender a base de palos. a veces tanto que nos vemos confundidos y no sabemos para donde ir a resguardarnos de ellos. Muchas veces encontramos a esa persona especial o ese grupo de amigos o esa familia o lo que sea que termina haciéndonos avanzar en el sentido correcto. Esas personas valen mucho, mucho más de lo que pudiera parecer, aunque en un momento dado se alejen de nuestra vida y tomen otro rumbo. Y si seguimos con ellas, mucho mejor.