Ahora que reviso el pasado, encuentro el sosiego que antes no tuve; suele pasar que cuando no se busca, lo ansiado se encuentra.
Hallo mis errores asumidos, absueltos; el 70% de mi sabiduría actual se lo debo a mis equivocaciones, que me llevaron por laberintos de vivencias inextricables hasta lo que ahora soy.
Las brechas del paisaje decoran mis victorias; he caído muchas veces, pero me volví a levantar más temprano que tarde, y continué combatiendo.
Los ex amores, ya sólo sois hermosas cicatrices; he conseguido comprenderos mejor, disculpar vuestra crueldad, acaso inevitable, y conservar para mi disfrute la nostalgia de los momentos bonitos que compartísteis conmigo.
Si miro atrás por mi camino, veo la distancia que recorrí, los precipicios que salvé, las profundidades en las que no me dejé hundir.
Y, serenamente, aquí estoy, lista y bien dispuesta para aguantar el embate de la vida de nuevo.
Las briznas de esperanza renacen, y hoy, he de agradecer que todo lo que me hizo daño alguna vez, me fortaleció, y todo lo que me arrebató la ilusión y me convirtió en una escéptica, me permitió no volver a equivocarme. Sobre todo he de dar las gracias a Dios y a Luzbel, los antagonistas de mi vida, pero parasiempre en mis recuerdos, por el gran presente que me habéis donado, aunque ya no estéis aquí conmigo.
A Dios, por sus tardes de quietud, por los paseos tranquilos, por su música, por la reflexión, porque me educó para que pudiera gobernar sobre mis instintos y porque me encaminó a la espiritualidad. Por aquellos atardeceres en silencio contemplando vaivenes de trenes; tú forjaste los raíles de mi vida sin saberlo.
A Luzbel, por las noches apasionadas, por desbocarme las emociones, por las conversaciones hasta las tantas de la madrugada hablando de todo y de nada, por mostrarme que el orgullo tiene un valor relativo y por enseñarme a vivir. Tú entendiste mi corazón cuando el túnel parecía inacabable, me regalaste ilusiones y momentos de incalculable belleza, que guardo con mimo en mi recuerdo. Tú te quedaste en mi alma, aunque nunca lo sepas.
Con vosotros avancé por un camino nunca llano ni fácil, pero que se convirtió en una sonrisa que siempre surgirá cuando os recuerde.
También he de agradecer a mi escritor favorito la amistad que permitió que emergiera; estos últimos años me ha acompañado en los favorables días de verano y en las inclementes sesiones de invierno. En sus palabras he encontrado alivio, porque demuestra que todavía hay personas con un cerebro útil. En sus textos me he atragantado de decepción y también he reído sin poder evitarlo; he hallado tóxicos y antídotos, consuelo y desesperación, y en definitiva, todo lo que hace que siga creyendo que los golpes de la vida son siempre amagos (hasta el golpe final) pero nunca estériles.
Afortunadamente.
Hallo mis errores asumidos, absueltos; el 70% de mi sabiduría actual se lo debo a mis equivocaciones, que me llevaron por laberintos de vivencias inextricables hasta lo que ahora soy.
Las brechas del paisaje decoran mis victorias; he caído muchas veces, pero me volví a levantar más temprano que tarde, y continué combatiendo.
Los ex amores, ya sólo sois hermosas cicatrices; he conseguido comprenderos mejor, disculpar vuestra crueldad, acaso inevitable, y conservar para mi disfrute la nostalgia de los momentos bonitos que compartísteis conmigo.
Si miro atrás por mi camino, veo la distancia que recorrí, los precipicios que salvé, las profundidades en las que no me dejé hundir.
Y, serenamente, aquí estoy, lista y bien dispuesta para aguantar el embate de la vida de nuevo.
Las briznas de esperanza renacen, y hoy, he de agradecer que todo lo que me hizo daño alguna vez, me fortaleció, y todo lo que me arrebató la ilusión y me convirtió en una escéptica, me permitió no volver a equivocarme. Sobre todo he de dar las gracias a Dios y a Luzbel, los antagonistas de mi vida, pero parasiempre en mis recuerdos, por el gran presente que me habéis donado, aunque ya no estéis aquí conmigo.
A Dios, por sus tardes de quietud, por los paseos tranquilos, por su música, por la reflexión, porque me educó para que pudiera gobernar sobre mis instintos y porque me encaminó a la espiritualidad. Por aquellos atardeceres en silencio contemplando vaivenes de trenes; tú forjaste los raíles de mi vida sin saberlo.
A Luzbel, por las noches apasionadas, por desbocarme las emociones, por las conversaciones hasta las tantas de la madrugada hablando de todo y de nada, por mostrarme que el orgullo tiene un valor relativo y por enseñarme a vivir. Tú entendiste mi corazón cuando el túnel parecía inacabable, me regalaste ilusiones y momentos de incalculable belleza, que guardo con mimo en mi recuerdo. Tú te quedaste en mi alma, aunque nunca lo sepas.
Con vosotros avancé por un camino nunca llano ni fácil, pero que se convirtió en una sonrisa que siempre surgirá cuando os recuerde.
También he de agradecer a mi escritor favorito la amistad que permitió que emergiera; estos últimos años me ha acompañado en los favorables días de verano y en las inclementes sesiones de invierno. En sus palabras he encontrado alivio, porque demuestra que todavía hay personas con un cerebro útil. En sus textos me he atragantado de decepción y también he reído sin poder evitarlo; he hallado tóxicos y antídotos, consuelo y desesperación, y en definitiva, todo lo que hace que siga creyendo que los golpes de la vida son siempre amagos (hasta el golpe final) pero nunca estériles.
Afortunadamente.
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